viernes, 30 de marzo de 2018

Lady Corazón de Piedra

-¡Soltadlos!-suplicó Brienne. 
La mujer de gris no respondió. Examinó la espada, el pergamino, la corona de hierro y bronce. Por último, se puso la mano bajo la mandíbula y se agarró el cuello como si quisiera estrangularse... pero se limitó a hablar. Tenia una voz torturada, rota. El sonido parecía proceder de su garganta; era en parte graznido, en parte resuello, en parte estertor moribundo. 
'El idioma de los condenados', pensó Brianne. 
-No entiendo. ¿Qué ha dicho? 
-Ha preguntado por el nombre de vuestra espada - dijo el joven norteño del jubón de piel de oveja. 
-Guardajuramentos- Respondió Brianne. 
La mujer de gris se llevó la mano a la barbilla y siseó. Sus ojos eran dos pozos rojos que ardían en las sombras. Volvió a hablar.  
-Dice que no. Dique que se llama Rompejuramentos. Que se forjó para el asesinato y la traición. Dice que se llama Falsa Amiga. Igual que vos. 
-¿Con quién he sido falsa? 
-Con ella-replicó el norteño - ¿O ha olvidado mi señora que juró servirla? 
La Doncella de Tarth sólo había jurado servir a una mujer. 
-No es posible - dijo - Está muerta. 
-La muerte es como la inmunidad de los huéspedes - murmuró Jeyne Heddle, la Larga - Ya no es lo que era. 
Lady Corazón de Piedra se quitó la capucha y se desató la bufanda de lana gris que le cubria el rostro. Tenía el pelo blanco como el yeso, seco y quebradizo. Tenía manchas verdes y grises en la frente, y también las marcas marrones de la putrefacción. La caerne del rostro le colgaba en jirones desde los ojos hasta la mandíbula. Algunas desgarraduras estaban cubiertas de costras; otras dejaban el creaneo a la vista. 
'Su rostro - pensó Brianne -, su rostro, que era tan bello y tan fuerte, con una piel tan tersa...' 
-¿Lady Catelyn? - Se le llenaron los ojos de lágrimas -. Dijeron... Dijeron que habíais muerto. 
- Y así fue - aseguró Thoros de Myr -. Los Frey le rebanaron el cuello de oreja a oreja. Cuando la encontramos junto al rio llevaba tres días muerta. Harwin me suplicó que le diera el beso de la vida, pero había pasado demasiado tiempo. No quise hacerlo, así que fue Lord Beric quién puso los labios en los suyos, y la llama de la vida salió de él para entrar en ella. Y... se levantó. El Señor de la Luz nos ampare. Se levantó.
Festín de Cuervos.


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